Reseña: SÓCRATES (2018) de Alex Moratto.
*COMPETENCIA OFICIAL*
Género:
Drama.
Duración:
71 minutos.
Por: Diego Mezarina.
El inicio es crudo y contundente. Una madre muerta
sobre la cama y un hijo desesperado.
Sócrates (protagonista del film) es así marcado por la
tragedia, la cual será su compañera de viaje durante el resto de la trama.
Obligado por las circunstancias, el joven mozuelo
carioca deberá buscar la manera de subsistir en una ciudad indolente, ajena a
cualquier tipo de tolerancia o caridad.
Pese a esto, Sócrates (interpretado eficientemente por
Christian Malheiros) nos presenta
una actitud combativa y emprendedora, propia de su juventud. Cada obstáculo, es
así asumido con valentía.
No obstante, tal como lo señalado al inicio, la tragedia es una constante agresiva. Una
que no le da tregua alguna al personaje.
Sin un techo donde dormir, un trabajo que lo sustente
o sin siquiera poder acceder a las cenizas de su difunta madre, Sócrates busca
evitar a como dé lugar un reencuentro con su padre. Y es que este siempre lo ha
rechazado por su condición de homosexual.
Es justamente ese aspecto de su vida, el que parece
darle un oportuno break. Esto, tras
conocer a Maicon.
Luego de un primer encuentro un tanto conflictivo,
ambos muchachos desarrollan un intenso vínculo pasional, uno que escalará de
manera acelerada, haciéndonos suponer que Maicon (Tales Ordakji) asumirá el rol
de partner. Un amigo, un compañero…
un amante. Aquel apoyo que Sócrates
ahora tanto necesita.
La realidad asoma nuevamente, sin embargo. Siempre
implacable ante la incrédula e impotente mirada de Sócrates.
Así pues, cada puerta se cierra ante el protagonista.
Ni siquiera su familia más cercana lo apoya. Tal y como su padre, estos también
condenan su sexualidad, cual nefasto pecado o insana patología.
Sócrates va perdiéndose en sí mismo. Se da una
afectación en la imagen, un uso estratégico del enfoque y desenfoque. El
atribulado joven luce por momentos como una entidad extraña y deforme, la cual
se camufla con el resto del espacio en el encuadre.
De la mano con la banda sonora, la cinta se torna cada
vez más manipuladora, casi al borde
de lo tolerable. Somos así, cómplices silentes de la persistente miseria de
Sócrates y su vertiginosa caída en espiral.
El ineludible encuentro con su padre se da en 2
ocasiones distintas. Miedo, odio, rechazo y violencia. En esto puede resumirse
la interacción entre ambos personajes.
Sócrates pierde el control, como tantas otras veces.
Tal vez el desespero y la frustración. Tal vez el comer de la basura le dejó un
mal sabor de boca. Cualquiera fuera que fuera el detonante, el resultado final
de dicha reunión es el ver al padre tendido sobre el piso, sangrante, luego del
brutal ataque recibido.
La cámara permanece contemplativa, como en un inicio.
Sócrates busca ahora la redención. Como llevado por un
trance, este procede a sumergirse en el mar, junto a la caja que contiene las
cenizas de su madre. Cenizas que logro rescatar de la casa de su tan odiado
padre.
Su madre fue y será todo su universo. El último
bastión de normalidad y cariño incondicional. Nunca nadie lo querrá igual.
Nunca nadie lo aceptará tal y como ella lo hizo.
Tras el calmo y catártico momento, Sócrates emerge de
las aguas. Asoma ahora el epílogo. Aunque más parece un nuevo comienzo. El renacimiento del protagonista, forjado
ya en el desconsuelo y con la certeza de que solo se tiene a sí mismo para
salir adelante.
Con tan solo 70 minutos en su metraje, Sócrates destaca en si misma virtud a
la intensa carga emocional propuesta por el director (Moratto) y su correcto manejo actoral.
No obstante, aquel componente esencial de desesperanza, peca de reiterativo. Tal
redundancia no da lugar a mayores giros en la conclusión de la trama,
haciéndola un tanto predecible.
Cal y arena. Varios aciertos y el punto en contra ya
señalado, son mis conclusiones finales respecto a esta cinta.
Horarios: Sábado 10 de Agosto: Cineplanet Chiclayo (8 pm)
Martes 13 de Agosto: Cineplanet Alcazar (7:45 pm)
Jueves 15 de Agosto: Sala Roja CCPUCP (2:30 pm)
Hasta la siguiente función. Nos vemos en el Festival.
Diego Mezarina.
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