Crítica de Mare por Gisella Barthé
Desde su ópera prima Fräulein, que sería galardonada con el Leopardo de Oro en Locarno, la directora Andrea Staka, nos trae Mare, otra película simple que crece por si sola, que estuvo en el Festival de Berlín, en la sección Panorama. En esta oportunidad está en la Competencia Oficial del XI Festival Al Este de Lima. https://www.peru.alestfestival.com/
Mare (Marija Skaricic) vive a las afueras del aeropuerto, no sabe lo que es subir a un avión, es de mediana edad, casada, ama de casa, con 3 hijos y un marido de bajos recursos económicos.
Ella vive en una abulia y claustrofóbica vida existencial, resignada a seguir sus quehaceres domésticos, sin presencia, ni espacios personales para respirar privacidad. Mare pertenece a un patriarcado perdedor sin preguntas, pero al conocer a Piotr (Mateusz Kosciukiewicz), un apuesto foráneo, estimula en ella un deseo sexual intenso, quebrando las reglas morales, que en épocas de liberación femenina, ya no se juzga.
Con una narrativa sencilla e intimista, nos expone a una mujer en sombras, cargada de deseos, que su noble y aburrido marido es incapaz de dar. Así el tono de la película, va de la mano con esa cámara en constante movimiento, nos muestra el reflejo anímico de Mare y su universo. Ella no es una mujer infeliz, solo desea un escape, sentirse deseada, quizás la pueda llevar a replantearse la vida lejos de su familia, pero sabe que tiene un norte, aunque no le guste del todo.
Andrea Staka, no juzga, ni desnuda, solo expone un estado de ánimo; como la incapacidad que a veces se siente, cuando no has podido cambiar tu vida, y seguir la ruta que el patriarcado manda, igual es bueno tomarse unos vientos a favor.
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