Crítica por Gisella Barthé
Angela Schanelec, es una directora diferente del cine alemán de los últimos tiempos, ha paseado sus películas en festivales de prestigio como Cannes, donde se le nominó a un premio de Un Certain Regard por su filme Places in Cities (1988).
Ahora presenta, Estaba en casa, pero...., la cual se alzó con el Oso de Plata a la mejor dirección en la 69 Edición del Festival Internacional de Berlín, y que actualmente está en Competencia en el XI Festival de Al Este.
Hay una premisa fantástica de aluciones bressonianas al inicio de la película, para acercarnos a la vida de Astrid, quien vive en Berlín, junto a Flo y Phillip sus menores hijos. Tras la muerte de su esposo, un reconocido director teatral, trata de seguir adelante. ¿Pero por dónde empezar?, cuando el sentido de la vida a veces se vuelve absurdo, frágil, efímero; con la desaparición de Phillip de casa, gira entre filosofías visuales, que divagan entre estar en el mundo real o todo volverlo sultilmente caótico.
Con una simetría concisa, crea esa ambigua idea de no saber muy bien sobre que está narrando la película y quizás en eso consiste la belleza de sus imágenes, el dejarse llevar, pero sin perder la brújula.
En todo tiempo prevalece la no narrativa, entre conversaciones hilarantes, como la discusión por la compra de una bicicleta, juegos de palabras discursando a Hamlet entre adolescentes, un largo travelling de queja sobre el nivel de verdad de los personajes en el cine de un director amigo (que manera de destruirlo), o el poder de una mujer al negarse a seguir las reglas del amor.
La puesta en escena está compuesta por largos planos estáticos, travellings de ida y vuelta en una gris Berlín, que se enfrenta a los interrogantes fundamentales de la vida. Esa retórica confusa existencial, disgrega la problemática y la transforma en dolor emocional.
Estaba en casa, pero ...., es una película que transita entre la objetividad consciente e inconsciente; sus personajes son difíciles de comprender, pero el cine también es sentir, dejarse llevar por la belleza del tempo, la etética de la imágen, y el misterio de no saber que va pasar, estos personajes complejos lo logran, dando esa sensación de misterio filosófico, no obstante a veces lo animal es el inicio de la búsqueda de la absurda coherencia.
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