viernes, 4 de septiembre de 2020

24 Festival de Cine de Lima - A Febre de Maya Da-Rin - Competencia Oficial - Ganadora a mejor Ficción

Crítica de Gisella Barthé

 

El imperialismo, puede resultar agotador, sumergirte en la total apatía, ver todo a distancia, y si encima tus orígenes étnicos son poco valorados, construyes anticuerpos y universos paralelos.

Este es el conflicto interno de Justino (Resgis Myrupu), que proviene de la tribu de los Desana, trabaja como seguridad en un puerto local, acaba de perder a su esposa, vive con su hija Vanessa (Rosa Peixoto), enfermera del hospital local, quién recibe la noticia de haber ganado una beca para estudiar medicina en Brasilia, cavila si aceptar o no, por no dejar solo a su padre. 

A partir de este acontecimiento, Justino coge una fiebre intensa que no tiene explicación para la ciencia, todo esto transcurre en la ciudad de Manaus (en algunas escenas con diálogos en Tukano, lengua original de los Desena).

 

A FEBRE | Cineteca

 

La película se plantea como un análisis etnográfico de dos culturas enfrentadas sutilmente.

Justino enferma de fiebre,  por su trabajo apático y vampiresco, dividido en ahondar su pertenencia y no pertenencia, construyendo un estado mental hipnótico, febril, entre la realidad y ficción.

 

A Febre es la ópera prima de ficción de la brasileña Maya Da-Rin, la cineasta carioca, que en anterioridad ha realizado documentales e instalaciones.

 

Entre tradición y modernidad | Festival Internacion... | Página12

 

Maya Da-Rin, nos habla sobre la identidad, el racismo, la cultura de un pueblo olvidado, y te compone una atmósfera desde lo auditivo, pero a la vez que no afecta, existe una distancia demasiado pulcra, la película es una propuesta calculada, desde los planos generales, estéticamente muy bien encuadrados, donde nos muestran esos aplastantes contenedores que agobian a Justino, como los intercambios de turno con su otro guardia de seguridad racista, analogía al Bolsonarismo. A la distancia está la periferia del hogar, las pláticas con la familia, ese sutil coqueteo entre el documental y la ficción se sintió impostado.

Esa observación fría, no por la monotonía del trabajo, ni los tiempos opuestos, los ciclicos escenarios urbanos y espacio alejados. Percibí una mirada parternalista que juega al engaño visual para cautivarte, apelando a la rigurosidad estética.

Al intentar homologar las metáforas de la narrativa, con ese tono distante y frío, hace A febre, una película débil de espíritu, efímera en el alma y la memoria.



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