Nada, una mujer
silenciosa de voz y devastada del alma, que de día es una aburrida editora,
pero de noche seduce hombres para luego penetrarlos con cual objeto fálico inventado
hasta aniquilarlos; ¿acaso pasó por una violación?, cabe la posibilidad, pero si estamos en una Túnez
posrevolucionaria, el universo de violencia machista es máximo, pero Nada
lo contrarresta con venganza física, la adrenalina se sale de control cuando en
la casa de una de sus víctimas descubre un cuchillo místico que usará como oda
sin control, sin embargo tendrá una confidente que acompañara su universo
solitario. Con una alusión poderosa a la Medusa de la mitología griega, Nada
representa la venganza.
Las
situaciones más logradas son los largos planos secuencias que muestran a mitad
de la película, luego crea un bajo desinterés, como una ola visual cíclica de
nunca acabar, termina como empieza con una parábola que te deja en puntos
suspensivos, pero esa exploración transgresora del trauma sexual, a lo largo de
nueve capítulos, también te deja preguntas, como el crecimiento de la violencia,
el deterioro de la humanidad, crea capas de reacción a tanta agresividad,
reforzados por un espectro machista que atormenta.
Por: Gisella Barthé
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